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Imagenes Dominicanas

La opinión del pueblo desde un carro público

Santo Domingo

La opinión del pueblo desde un carro público

Las rutas del transporte público son el escenario de múltiples debates sobre la realidad económica, política y social de República Dominicana. En un solo vehículo convergen disímiles puntos de vista. Los temas religiosos suelen ser, junto con los partidarios, los que más pasiones desbordan. La ruta de la Winston Churchill, que comienza en la avenida John F. Kennedy y termina en el Centro de los Héroes, sirvió de laboratorio para esta crónica preparada por un equipo de elDinero.

Con un sol radiante justo cuando el reloj marca las 12:04 del mediodía, en la ciudad de Santo Domingo, la ruta del transporte público en la avenida Winston Churchill, en dirección hacia el Centro de los Héroes, luce organizada.

Los carros se encuentran en filas para abordar a los pasajeros como sinónimo de una buena estructura organizacional llevada a cabo por los líderes del sindicato.

El ruido de los vendedores ambulantes junto a los transeúntes da vida al entorno: “Guineo a RD$10”, “guineo a RD$10”, son algunas de las expresiones que se escuchan de los vendedores de nacionalidad haitiana, quienes buscan el sustento de cada día.

Un carro blanco, Toyota, de 1997, es el siguiente en el orden para abordar los pasajeros. Inmediatamente ingresan tres personas y se acomodan en los asientos para esperar el inicio del recorrido cuando se complete el asiento restante.

“Aquí, aquí”, es la expresión del chofer al observar que le falta un pasajero para completar el viaje, que a raíz de la pandemia del covid-19 se redujo de 6 a 4 pasajeros. Sin embargo, el distanciamiento físico no parece ser prioridad.

Se completan los asientos y de inmediato el chofer comienza el cobro de los RD$35.00 que cuesta la ruta. De una manera magistral el conductor extiende su brazo hacia atrás y reúne, en menos de un minuto, todo el dinero. Mientras todos permanecen en silencio, un pasajero situado en la parte delantera justo al lado del conductor hace un comentario que en principio no parece importarle a quienes comparten el carro que los transporta por la ruta de la Winston Churchill.

“¿Le está yendo bien a ustedes que no se quejan de esta situación de crisis?”, asiente, quien vestía una camisa oscura y llevaba una lonchera sobre sus piernas junto a una carpeta que a simple vista parecía maltratada por la intemperie y el tiempo.

“La cosa está tan mala que conseguí este trabajito y se me va todo el dinero en pasaje”. Todos ríen con aparente ironía. El conductor asiente con su cabeza en señal de que está de acuerdo. “Sí, así es”, afirma en tono bajo, pero firme.

El pasajero audaz y con intenciones de seguir conversando cuestiona al chofer de la ruta sugiriendo que le está yendo mejor a raíz del alza de los precios en la ruta, a lo que él mismo responde: “¿Pero a quién, a quién? Si hasta nos quieren sacar de aquí, metiendo unas guaguas aquí también”. Su preocupación tiene que ver con el corredor que recientemente inauguró el gobierno en la avenida Núñez de Cáceres.

“¡E´ pa´ fuera que van!”, grita uno de los pasajeros del asiento trasero, quien luego medio baja la cabeza al notar que la reacción del chofer no fue agradable.

Opiniones encontradas

El conductor arregla el asiento y enciende la radio como forma de entretenerse durante el recorrido. Sube el volumen un poco, dejándolo en un nivel que permite una conversación fluida con los pasajeros. El carro avanza por la amplia avenida y las personas se siguen cuestionando por qué la situación económica no mejora, a lo que responde un transeúnte: “Y él no dice nada”, frase alusiva al presidente de la República Luis Abinader.

La conversación fluye entre tema y tema. El pasajero delantero se refiere al alza del precio del pan, a lo que todos los pasajeros responden diciendo que es una mentira. El chofer contradice, afirmando que él lo había escuchado por la radio. Una bocina estridente de una patana distorsiona la opinión de una joven de la parte trasera, que dejó entrever que es empleada del Estado, quien alega que al gobierno le están realizando malas campañas. “Es en guerra que están toditos, toditos quieren estar ahí”.

Una mujer de piel trigueña, con una mochila colocada en sus piernas, tiene intenciones de adentrarse al tema. Opina que “el costo de la vida es alto y los sueldos de los empleados son deficientes”. Un pasajero, con las manos entrelazadas a su lado, interviene y expresa que la precaria situación se está viviendo en el mundo entero. Asegura que la crisis es global, que nadie escapa a lo que sucede en los precios. Afirma que ella lee las noticias, que no se deja llevar de cuentos.

El chófer, de tez clara visiblemente afectada por el inclemente sol, de estatura mediana, manifiesta que es un sueño la esposa con quien vive. El pasajero sentado en el medio ríe al revelar, en tono de chanza, que él tiene cuatros mujeres, respuesta que causó asombro en la joven de su izquierda: “¡Ay, mi madre! Usted no se puede quejar del gobierno, ¡Un hombre con cuatro mujeres!” Ambos sonríen.

En la amplia y arborizada avenida, los pasajeros continúan el curso de la conversación alegando que es un compromiso tener familia e hijos para ellos. La plática continúa con algunos chistes cargados con una dosis de seriedad y análisis de la realidad. El pasajero delantero pregunta qué les ha parecido el proyecto “Mi país seguro” que había lanzado el gobierno, el cual se inició en el barrio Cristo Rey.

Mientras se observan personas caminando en ambas direcciones de la vía, uno de los pasajeros de la parte trasera pide parada. El semáforo cambia a luz verde, el chofer acelera la velocidad y avanza varias esquinas, hasta dejar detener el vehículo. Quien pidió la parada fue una de las jóvenes, quien se desmonta frente a uno de los centros comerciales más importantes de la avenida.

“Chofer, déjame”. Y el chofer detiene el carro de manera abrupta. La pasajera susurra con intriga: “La suerte es que yo no tengo marido, ni hijos ni nadie, y si Dios quiere voy a durar un par de años más así”. Lo que provoca risas entre el chofer y los demás pasajeros.

“Cuñas”

El automóvil sigue su ruta entre los taponamientos del diario vivir de la ciudad, por lo que el conductor responde a la pregunta más capciosa que se le puede hacer en ese momento acerca de pertenecer al gremio de la ruta. “Hay que tener una cuña”, refiriéndose que para el ingreso a este gremio es necesario conocer una persona que te permita entrar. En ese mismo instante el chofer arroja el dato del precio para comprar la ruta que ronda los RD $700,000.

A los doce minutos del recorrido surge uno de los temas controversiales del momento en el país: “La seguridad ciudadana”. Rápidamente el chofer responde de manera desinteresada que no cree en esos temas. La interacción de la conversación sigue siendo liderada por los dos pasajeros restantes que con sus interrogantes hacen la conversación más amena.

El conductor sigue el camino en medio de una calurosa tarde, alegando que no cuenta las vueltas que realiza durante el día. Se mantiene el silencio, secándose nuevamente la cara con su pequeña toalla verde. Comenta que hay choferes que cuentan los pasajeros que abordan durante el día. Él dice que no lo hace.

Durante el resto del trayecto no encontró otro pasajero para la plaza que dejó la joven que se desmontó. Su rostro aparenta preocupado, podría decirse con algún grado de tristeza, porque todo indica que terminaría el recorrido de la ruta sólo con los que tomó en la parada inicial. La otra pasajera también se había desmontado poco después de la primera.

El único pasajero que aún queda en la parte trasera del vehículo cuestiona el monto total que un chofer gana en su jornada de día completo. Y el conductor contesta en un lenguaje llano que es posible ganarse entre RD$1,000 y RD$1,500 diarios sacando los gastos que se generan en el día, como son comida y el pago del control, que son RD$150.00. A la vez conversa sobre las ventajas de pagar al control debido a que se generan muchos beneficios para ellos. “¡Si necesitamos un préstamo se nos concede, y hasta si se nos muere un familiar nos dan dinero!” Se refiere a la ayuda que el sindicato hace por ellos.

Una ciudad

El ruido de los motores en la ciudad de Santo Domingo interrumpe en ocasiones la conversación. Sin embargo, esto no detiene al único pasajero de la parte trasera que insiste abordando temas de la corrupción del país. El ambiente permaneció silencioso en el carro y el chofer se muestra con cara de poco interés al tema.

La música urbana ha sido protagonista durante algunos momentos de la conversación, la cual, en ocasiones, se escucha más alta que las voces de los presentes. Esto es común y no interrumpe.

Continúa sonando la música de la radio a medida que avanza el tiempo. Durante el trayecto el conductor habló de la ciudad donde nació: Santiago de los Caballeros, aunque no dio muchos detalles. Sólo dijo que nació allá y que desde pequeño lo trajeron a la capital. “¡Ojalá que me hubiese agarrado un tío de esos hermanos de mi mamá que tienen mucho dinero!” Así se refiere en la recta final del trayecto, reflejando en su rostro inconformidad porque esa “vuelta” no fue rentable.

Han transcurrido 18 minutos desde que abordamos el carro y hasta el momento no se ha montado nadie más. El pasajero de la parte trasera continúa con las interrogantes acerca de por qué la calidad de vida de los choferes no es aparentemente buena, a lo que él se limita a responder que probablemente se debe a que malgastan el dinero. No entra en detalles, hace silencio y continúa el recorrido.

El chofer de este carro cuenta que sólo ofrece el servicio de lunes a sábado en horario de 7:00 de la mañana a 3:00 de la tarde. En actitud de seguir conversando, el pasajero de la parte trasera pide parada: “chofer, déjame”. El último pasajero, luego de llegar al destino final de la ruta, el Centro de los Héroes, también abandona el carro, mientras al chofer se le ve ponerse en turno para subir de nuevo al punto donde inició su recorrido. Con su carro en turno, sale del carro, se recuesta de espalda a su vehículo mientras se pasa la mano por la cabeza como señal de cansancio y ver que delante de él hay al menos una docena que deben salir primero que él.

Trayecto

La ruta “Winston Churchill- Feria” está regulada por el Sindicato de choferes de la ruta Jardines del Norte Winston Churchill-Feria (Sichorujanofe). Entre las avenidas Churchill y 27 de Febrero el carro se detuvo durante 7 minutos, a consecuencia del gran flujo vehicular que poseen ambas vías. Este período de tiempo se convirtió en el más extenso de espera durante el recorrido.

El chofer hizo tres paradas, la primera se registró en los alrededores de Multicentro, la segunda en Acrópolis Center y la última en el Centro de los Héroes. Desde el inicio del recorrido el conductor se mantuvo conduciendo prudente respetando las normas de tránsito. El trayecto duró 21 minutos en total.

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