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Los que «deberían ganar» Dominicana’s Got Talent

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Los que «deberían ganar» Dominicana’s Got Talent

La plataforma televisiva Dominicana’s Got Talent se ha evidenciado como la más importante con que ha contado el país en toda su historia para el descubrimiento y promoción de talentos del arte y en particular, de la canción.

Cuando a inicios de diciembre de 2018 se anunció, que el país tendría, a partir de 2019, su versión del certamen Got Talents no fue poca la gente que dudó que el país pudiera tener capacidades artísticas del nivel de exigencia de esa franquicia.

Se apreciaba en los corrillos del arte y la farándula que cuando más se haría una temporada sin muchas luces en ese afán de búsqueda y encuentro de talentos. Ahora, cuando casi finaliza, su segunda temporada, ya no hay dudas en dos aspectos básicos:

1-  Es incuestionable la capacidad de producción de una televisión hecha localmente con categoría global
2-  Hay talento sorprendente, válido y de valores similares a los estándares presentados en las entregas de Estados Unidos, Inglaterra y España, para citar solo tres de los de mayor teleaudiencia en República Dominicana.

Tras dos temporadas, DGT, ha mostrado que, en materia de talento, no hay países pequeños, ni grandes, tan solo hay capacidad creativa. Y eso es muy difícil de ajustar a las condiciones y dimensiones con que se estipulan realidades que dependen de los Productos Internos Brutos, por muy millonarios que sean.

No fueron pocas, por ese desmedido afán de auto descalificación nacional, las personas que dudaron incluso que el mejor equipo para el proyecto fuera el anunciado integrado por Nashla Bogaert, Gilberto Morillo, Tuto Guerrero y David Maler.

Las dos temporadas de DGT han demostrado la grandeza del talento sin oportunidades del mercadeo oportuno. Esas dos grandes jornadas, gracias a una labor de convocatoria y selección profesional de quienes finalmente llegan al escenario, incluso dejando fuera de cartelera, a mucha gente con valor, pero el número de seleccionados era numéricamente determinado.

Los jurados en general, salvo que a veces son más expresivos de lo que deben ser, son excelentes y de entre ellos, el más profundamente inserto en la producción escénica, Waddy Jáquez, ha cumplido un papel en el cual la técnica es evaluada junto con el impacto y la imagen proyectada.

El fallo previsible

Este espacio ha devenido en un mecanismo extraordinario de difusión y lanzamiento de figuras, que ha igualado el país con las grandes naciones que adscritas a la franquicia GT. Pero hay una falencia que viene dada con la configuración de franquicia.

Proviene del esquema de producción importado: el público televidente puede premiar a sus candidatos mediante llamadas telefónicas automáticas pagadas, imponiendo un criterio popular y sensitivo, en lugar de un perfil técnico/estético.

El público, condicionado por sensibilidades, intereses e incapacidades evaluativas técnicas, determina quien gana en base a llamadas que cuestan 20 pesos cada una, lo que abre las puertas a que pueda llamar quien más votos telefónicos pueda producir.

Esa razón fue determinante para que el primer lugar de la primera temporada fuera obtenido por Babyrotty, un preadolescente que no tiene las condiciones y que en cambio quedaran fuera, el derroche de talento y energía de Evaristo Marte, salsero de extraordinario, o la odontóloga santiaguera Delhis Quezada, la única intérprete de arte lirico que impactó el escenario tanto por su sencilla forma de ser, como por el poder y destreza de su voz en un género interpretativo digno y de elevadas exigencias en lo técnico  y lo expresivo, para citar solo dos casos.

Su meta ya está lograda

Dominicana’s Got Talent no es un programa más de la televisión de tiempo preferente. La producción no ha sido valorada en su medida adecuada. No ha sido poco entendido que no es un concurso de aspirantes a artistas, ni se le ha reconocido en su objetivo principal:

Permitir y consagrar el inicio profesional del nuevo talento artístico, es una entrega criolla con estándares internacionales, con un papel que necesita del reconocimiento de su rol como escaparate para mostrar lo que es posible alcanzar a partir de los dones artísticos indescubiertos en el país.

Para suerte de todos, ha sido posible renovar nuestra capacidad de sorprendernos y sentir el orgullo que iguala el talento artístico de cada nación, a un mismo índice: la potencia para emocionarnos, develar lo bueno y nuevo que desconocemos.

Hay que aplaudir, la sensibilidad y perfección técnica con que se produjo su apertura, una de las más bellas acciones de homenaje a las líneas de primera línea de la pandemia.

La terminación de ese “oppening”, la selección de sus figurantes y talentos, la música, la edición y la fotografía, es un ejemplo de televisión expresiva al más alto nivel. A pesar de que nadie se ha referido a mismo. Esta entrada fue la mejor yuxtaposición de arte, sensibilidad y técnica impecablemente manejada. Se nota que al frente del proyecto está al mando gente que hace cine.

El inicio de la segunda temporada se destacó por el esfuerzo en la producción que se le hizo a cada uno de los participantes: luces, vestuarios, efectos digitales, arreglos musicales, además de un esfuerzo interpretativo notablemente enfatizado ante el ante-despacho de la final.

Los recursos desplegados le otorgan a DGT el carácter del espacio con mejor producción en la televisión abierta dominicana. Un esfuerzo que es caro. Carísimo, por lo que hay que procurar formas de financiar ese empeño.

Estos son para nosotros los ganadores: 

Hacer vaticinios es arriesgado y una apuesta a acertar con hechos que no se han producido, pero, seleccionando solo entre los talentos que cantan, sin que el orden de presentación exprese preferencia. Para nosotros cada uno de estos talentos, merece el primer lugar, situación inviable en la dinámica del programa.

Seleccionamos solo en el renglón más fuerte y de mayores posibilidades: el canto sin que sea en modo alguno desprecio a la danza, la inteligencia y otras expresiones expuestas:

Keren Mical Montero, juvenil cantante cristiana, iniciada en Pequeños Grandes Talentos, (El Show del Mediodía). Esta joven participó en la primera entrega del espacio franquicia nacional de esa plataforma internacional que ha servido de tanto para evidenciar el talento. Mical es toda una artista con una capacidad de renovarnos interiormente con ese don tan singular.

Ana Ivelisse García, por su prodigiosa voz y su capacidad de emocionar, además del valor de su mensaje. Si una persona humanamente estremeció este espacio, es esta mujer.

Diego Jaar. El musical y vocalmente más completo de todos quienes se pararon ante los jueces. Poeta, compositor, excelente en el arreglo de Agridulce. Lo que ofreció en las dos presentaciones que ha tenido, es el valor universal de la música. De seleccionar un primer, primer lugar, sería Jaar.

Marteen Franco, el cabo del Ejército de República Dominicana que nos llenó de magia y ternura con la balada ¿Quién te dijo eso? (original de Claudia Brant y colaboración de Luis Fonsi). Intenso, tierno, seguro de si y desconocido del gran público, ese muchacho ofrece el sabor del arte bien gerenciado.

Amanda Sánchez. Pese a llegar a escenario como manojo de nervios, se transforma en potencial expresivo que se roba el aliento del público. Es una ganadora independientemente del lugar que finalmente ocupe. Talentos como este validan la intención de crear programas de este tipo.

Gabriela Gómez, Diamante interpretativo sobre la vertiente del teatro musical, quien nos deja absortos con su versión de
¨Into the Unknown¨ (de la película Frozen). Impecable y estremecedora.

El origen

La historia de programas de talentos viene tan lejos como los años 1959-1961 cuando con Buscando Estrellas, producido por el inolvidable ingeniero y locutor Francisco Grullón Cordero y víctima del terror trujillista que le desfiguró a golpes el rostro por un comentario que, políticamente incorrecto, que hizo en cámaras.

Esos espacios tuvieron una segunda plataforma, El Gran Show, nombre dicho con una expresión de boca que solo podía producir el presentador y cómico Radhamés Sepúlveda (Pildorín) en 1960-1961 en  La voz Dominicana.

Luego llegaron, por los años 70.s los festivales de la Voz, creados, desde El Show del Mediodía, por Rafael Solano y Yaqui Núñez del Risco y sus similares Festivales de la Canción Dominicana (en que participaban intérpretes ya establecidos en el medio artístico para finalizar, muy a vuelo de pájaro, con el Festival Chichi show, de Sábado de Corporán en emisiones sabatinas por Color Visión

En 2017 se inician las temporadas de Pequeños Grandes Talentos, creado por  Iván Ruiz y que siguen en 2018 y en 2019, por su deseo de garantizar figuras de relevo a la canción dominicana. En una de ellas, Keren, participante finalista de DGT, obtuvo el primer lugar.

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José Rafael Sosa periodista dominicano, editor, gestor cultural y escritor de literatura de soporte existencial y emocional a la gente, origami y comunicación masiva. Soy editor de Turismo y Cultura del El Nacional. Móvil: 809 858 6870. Correo: joserafael.sosa@gmail.com

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