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El último día del 2019

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El último día del 2019

Alcanzamos el último día del año. Normalmente, el Año Nuevo es un momento de reflexión personal, gratitud y nuevos propósitos.

No existe nada mágico en el 31 de diciembre, pero hay una motivación especial en el aire. Sin embargo es apenas un cambio de calendario. Basta observar cuántas fiestas, ceremonias y hasta actividades supersticiosas se promueven en ese período.

El tema del último día, sin embargo, debe provocar una reflexión más profunda. No hablamos de la fiesta del 31 de diciembre, sino del último día de vida.
-¿Cuál sería tu actitud, si supieras que ese día llegó?
-¿Qué cambiaría en tus planes, pensamientos, decisiones y actitudes?

Cuando alguien le preguntaba a John Wesley -fundador del metodismo- qué haría si tuviera la plena seguridad de que Jesús volvería mañana y este fuese su último día en la Tierra, respondía que haría exactamente lo que había planificado. ¿Cuál sería tu respuesta?

Jesús alertó sobre el tema cuando narró la parábola del rico insensato, que pensaba acumular riquezas, hacer inversiones y aprovechar la vida, sin considerar el día siguiente. Terminó con un duro llamado: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” (Luc. 12:20)

“Debemos velar, obrar y orar como si este fuese el último día que se nos concede”, la escritora Elena de White tenía la misma preocupación. (Cita de Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 186). Cada mañana, dice, debemos consagrar nuestra vida a Dios. “No contéis con los meses ni los años; no os pertenecen. Solo el día presente es vuestro. Durante sus horas, trabajad por el Maestro, como si fuese vuestro último día en la tierra” (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 46).

Si tu vida fuera un ejemplo, ninguna persona que haya tenido contacto contigo en tu último día viviría sin la oportunidad de salvación. Al final de cuentas, el 10 % de las personas lee la Biblia y el 90 % lee nuestras vidas. Por medio de tu ejemplo personal, la gente va a conocer el camino para entregar su vida al Señor.

Cuando cuidamos nuestros valores espirituales y los compartimos con otras personas, estamos siempre preparados y podemos decir con tranquilidad: “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos” (Rom. 14:8).

(Tomado de la Devoción Matutina para Adultos 2019 «Nuestra Esperanza» de Erton Kohler)

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